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Kiki: nace la primera aplicación para ligar en la que uno paga y el otro cobra

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Mientras tanto, ella disfruta de paseos en yate, cenas elegantes en medio del mar, restaurantes lujosos y hoteles de cinco estrellas pese a estar en paro y sin papeles. Esta colombiana de 29 años es profesora de arte y reside desde hace nueve meses de forma ilegal en nuestro país. Sin embargo, su ocupación como sugar baby a espaldas de su marido le permite mantener este elevado tren de vida mientras espera para regularizar su situación en España. Ella ofrece compañía, afecto y conversación a hombres maduros a cambio de una colaboración. Se trata de un fenómeno procedente de Estados Unidos que ha llegado con fuerza a España. Ellos proporcionan un ambiente de lujo y grandes cantidades de dinero. Mientras tanto, ellas ofrecen su compañía, que habitualmente, incluye relaciones sexuales.

Actualidad se ha presentado oficialmente, Kiki, una aplicación que no solo cambia el concepto de las aplicaciones de ligues, sino también el de las propias citas. Como decimos, la premisa de Kiki es conseguir que nadie dependa de la reciprocidad de los matches como en otras aplicaciones, y esto se consigue pagando previamente. La interfaz de la aplicación es similar a la de cualquier otra de levante tipo, con la posibilidad de bogar entre los perfiles de los usuarios y de elegir la edad, la localización y si queremos citarnos con hombres, mujeres o ambos. La divergencia llega cuando encontramos alguien que nos gusta. De este modo, si queremos tomar un café con por antonomasia, Luis, tendremos que pagarle previamente 10 euros introduciendo nuestra tarjeta de brillantez. Las tarifas son cerradas y van desde 5 euros por un café hasta por un viaje. Aunque con esta comisión la app tiene una vía de monetización, también nos encontramos anuncios dentro de ella navegando entre los perfiles.

El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución. Sus alumnas son seis chicas que quieren anatomía prostitutas.

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