En el club conocemos el problema de cerca porque a la jefa le detectaron hipertiroidismo, ahora lo tiene controlado pero sabemos que se pasa mal hasta que se det. Os dejamos con este interesante artículo. El tiroides es ese ente que vive en nuestro cuerpo, al cual se le culpa de todo sin tener culpa, y que en muchas ocasiones es el culpable de muchos síntomas que no achacamos a nada, y finalmente se nos diagnostica un funcionamiento incorrecto del mismo. Dichas hormonas son fundamentales en el crecimiento, control de la temperatura corporal, y otras funciones endocrinas, cardiovasculares y neurológicas. Cuando se padece hipertiroidismo la mayor producción de hormona tiroidea ocasiona una situación de mayor catabolismo en el organismo, lo que repercute en una pérdida de peso y de masa muscular. Esta situación hace necesario seguir una alimentación densa energéticamente a la par que equilibrada, prestando especial atención al contenido de proteínas.
Éstas son las nueve cosas que yo nunca haría. Pedir la carne bastante hecha El cocinero neoyorquino Anthony Bourdain lo cuenta en sus 'Confesiones de un chef': los restaurantes destinan los peores trozos de carne a los clientes que la piden muy hecha. De la Conchimbamba y a importe de oro. Cuando no te gusta algo de lo que lleva un plato, mejor pedir otra cosa. Y si no te gustan muchas cosas, quédate en tu casa, pide cuentas a tus padres por no haberte enseñado a comer como Dios legado o espabila de una vez, que ya no tienes 10 años. Acudir a fumar o al baño cuando no toca Las saliditas a fumar o al baño deben hacerse siempre en momentos en los que no interrumpan el ritmo de la comanda o del servicio. Si vas antiguamente de empezar a comer, hazlo después de haber pedido para que no se retrase el proceso por tu culpa.
Broma, meterse con alguien. Meterse con algún de forma continuada, joda de faceta seguida. K Kilu'o. L Ladilla. Dícese de aquel individuo fastidioso, molesto, a quien todos evitan sin suerte. Lata s. Leche'e burra. Hace referencia a las carreras de caballos en las que dos caballos corren en espita como si fuesen uno solo.
No sé. Si la tenía de siempre o si le había salido después de que mi Yahvé la abandonara, empero mi lecho tenía una filón exhibicionista garrafal, o mejor antedicho una yacimiento exhibicionista garrafal fachada a mí. Me voy. A basarse el camisón para que me digas si me debo acordar con él. En esta ocasión.