La fiera no se da punto de reposo. Judío errante sobre sí mismo, describe el signo del infinito con tan maquinal fatalidad, que su cola, a fuerza de golpear contra los barrotes, sangra de un sólo sitio. El soltero es el tigre que escribe ochos en el piso de la soledad. No retrocede ni avanza. Para avanzar, necesita ser padre. Y la paternidad asusta porque sus responsabilidades son eternas.
En esta Marineda tienen buena sombra para motes, pero en el mío no cabe duda que estuvieron desacertados. Pues no creo que estas aficiones las hayan demostrado los abades solamente. Para vindicarme ante la posteridad, referiré, sin quitar punto ni coma, lo que soy y cómo vivo, y daré a la vez la clave de mi filosofía peculiar y de mis ideas. Así y todo, mi gala suele llamar la atención en Marineda, y se charló bastante de unos botines blancos míos. Mis botines blancos tenían las dimensiones de una babadero. No crean, señores, que me acicalo por afeminación. Mil veces no. Me atrae todo lo que es beatitud, bien estar, pulcritud, decoro.