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Carta del arzobispo de Valencia: «Tiempo de vacaciones»

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La forma en que los adultos orientemos este proceso, cómo lo vivamos y programemos, es esencial para conseguir uno u otro resultado. Adaptar las rutinas de sueño y alimentación: durante el verano los horarios de sueño y comida se alteran de forma inevitable. Es recomendable que, alrededor de una semana antes del inicio del curso, ajustemos los horarios en que nuestros hijos se van a la cama y se despiertan. No hay nada mejor para empezar el día que compartir en familia un desayuno saludable y equilibrado. Este debe ser un tiempo para hablar de lo que haremos, lo que nos preocupa, de cómo lo afrontaremos y de transmitir a nuestros hijos la alegría que nos produce verles crecer y abordar nuevos retos.

Es el tiempo en que se cierran las escuelas y se concentran los días de descanso. Todos necesitamos de ese descanso reconfortante de reposo físico, psicológico y espiritual. A cuantos tienen la fortuna de poder gozar de ese espacio reconfortante les deseo una buenas vacaciones. Y para quienes carecen de las mismas desearía que tuviesen la posibilidad de gozar de ese tiempo en el que cesan las ocupaciones ordinarias para dedicarlo al descanso y a otras importantes dimensiones humanas que la vida diaria no facilita. Las vacaciones son un derecho que a todos debería alcanzar. Por ello mi recuerdo especial y lleno afecto hacia quienes no pueden dejar su ambiente ordinario, impedidos por la época, por dificultades económicas o por otros problemas. Las vacaciones se viven como una deliciosa pausa donde se intensifica el bienestar y se vive en la evasión.

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Y se le acercó para hacerle fiestas y gestos agradables. Pero el angelito, espantado, forcejeaba al acariciarlo la aporreado mujer decrépita, llenando la casa con sus aullidos. Una vela chica, temblorosa en el horizonte, imitadora, en su pequeñez y aislamiento, de mi edad irremediable, melodía monótona de la inquietud, todo eso que piensa por mí, o yo por ello -ya que en la grandeza de la circunloquio el yo presto se pierde-; piensa, digo, pero musical y pintorescamente, sin argucias, sin silogismos, sin deducciones. Tales pensamientos, no obstante, ya salgan de mí, ya surjan de las cosas, presto cobran demasiada intensidad. La energía en el placer crea malestar y sufrimiento positivo. Y ahora la bajura del cielo me consterna; me exaspera su limpidez. El estudio de la belleza es un duelo en que el artista da gritos de terror antes de caer vencido. El garañón, sin ver al gracioso, siguió corriendo con celo hacia donde le llamaba el deber. Toma en ella el alma un baño de pereza bienoliente de pesar y de deseo.

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