El negocio de la prostitución se ha disparado con la crisis económica. Especialmente delicado es el caso de los jóvenes que venden su cuerpo para salir adelante. Hay que tener una formación», dice. Concha Borrell repite esa frase una y otra vez en sus clases de prostitución.
Le di las buenas noches y de reojo me fijé que llevaba un camisón nuevo que le marcaba todos los pezones. Estaba mal mirarle el culo a mi hija, pero no dejaba de ser una mujer y tiene ya 25 años, así que simplemente disfruté de las vistas aun que levanté la cabeza y vi cómo ella me estaba mirando por el espejo sonriendo. En ese edad no supe qué hacer, pero ella empezó a hablar. Fui todo lo natural que pude y le joya que el hecho de mirarle el culo no era tan extraño, al fin y al cabo tenía un buen trasero y yo no dejaba de ser un hombre. Me dio la vuelta, me bajó completamente los pantalones y empezó a lamer y chupar mi rabo limpiando los resquicios del orín. Cuando entramos en su habitación cerró con pestillo y me empujó a su cama de semejante forma que me quedé tumbado jeta arriba con la verga a punto de reventar. Me ponía nervioso que me mirase con esa cara de loba en celo, pero a la vez me excitaba. Ella no tenía intención de parar y todo aquello era una locura, así que justo cuando iba a eyacular la empujé y lo hice fuera. Sin dejar de sonreír me dijo: has sido muy malo papi, yo quería tu leche dentro de mi, pero veamos cómo sabe… Se acercó y con su mano recogió todo el esperma con los dedos y se los chupó uno a uno como el que se chupa los dedos entretanto como un delicioso pollo.
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